Dolor de espalda, un trastorno generalizado: visión general

Un movimiento en falso y mira lo que sucede: la espalda duele, el cuello cruje. El dolor de espalda y cuello no es una rareza, gran parte de la población presenta estos síntomas. Pero ¿qué significa exactamente que nos duela la espalda y el cuello? ¿Cuáles son las causas y qué modalidades de tratamiento existen?

Causas y diagnóstico del dolor de espalda

Diversos factores como las causas, la duración y el grado de intensidad permiten diferenciar los síntomas. Estos, a su vez, se dividen en:

  • Dolor de espalda inespecífico, cuando no se detecta ninguna causa orgánica por medios clínicos
  • Dolor de espalda específico, cuando por ejemplo hay un trastorno de la columna de fondo o se determina concretamente la ubicación donde se origina (musculatura, vértebras)

Además, hay distintos grados de dolor, dolor de espalda agudo, subagudo y crónico. El primero se define por una duración menor a seis semanas; la mayor parte de las veces los síntomas desaparecen por sí solos. El dolor subagudo provoca síntomas con una duración superior a seis semanas. Si el dolor persiste tras doce semanas, hablamos de dolor de espalda crónico.

En caso de un dolor crónico será el médico quien evalúe la situación clínica para determinar las causas y grado de intensidad y le indique cuál es el tratamiento adecuado.

Posibilidades de tratamiento del dolor de espalda y cuello

En los casos de dolor de espalda y cuello inespecífico puede aplicarse tanto tratamientos como la toma de analgésicos como tratamientos sin medicamentos:

  • Masajes
  • Termoterapia
  • Fisioterapia
  • Terapia motora y deportiva
  • Técnicas de relajación (por ejemplo el entrenamiento autógeno)

Las personas que sufren dolor de espalda leve y agudo de manera momentánea y ocasional, que a duras penas consiguen llevar a cabo las tareas cotidianas pueden recurrir a analgésicos tales como Aspirina®. El tratamiento sin medicamentos, por otra parte, debe considerarse solo una forma terapéutica coadyuvante para que pueda retomar sus actividades cotidianas y, por tal motivo, deberá emplearse exclusivamente durante un lapso breve de tiempo de 3 a 5 días.

En el tratamiento, el paciente debe participar activamente. Independientemente del hecho de que las personas afectadas sufran dolor de espalda, de cuello o de hombros, no deben adoptar una mala postura. Esta podría potenciar las tensiones y, en principio, causar más dolor. En consecuencia, deben evitarse los períodos prolongados de reposo en la cama y de inactividad física. En cuanto el dolor lo permita, se recomienda hacer actividad física leve.

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